"Triunfo de la Eucaristía sobre la Herejía" de Rubens |
Precisamente en la Misa del Crisma, en que se renuevan
las promesas sacerdotales el día de Jueves Santo, Benedicto XVI salió al paso
del “llamamiento a la desobediencia” realizada por 400 sacerdotes y diáconos de
Austria que suponen el diez por ciento del clero de ese país. El manifiesto ha
tenido eco en Irlanda, donde lo han suscrito unos 600 sacerdotes, y
seguimientos aislados en otros países europeos.
El Papa decidió intervenir
personalmente como ya lo hiciera su predecesor Benedicto XV, quien tomó la
palabra en Roma respecto a un problema similar en Checoslovaquia en 1920. La
“Iniciativa de los párrocos” austriacos, que incluye un “Llamamiento a la desobediencia”,
fue lanzada en el 2006 en por Helmut Schueller, un sacerdote de 59 años,
antiguo canciller de la archidiócesis de Viena.
Entre sus puntos figura dar la
comunión a los católicos divorciados vueltos a casar, negarse a celebrar varias
misas los domingos, permitir la predicación de los laicos, promover la
ordenación sacerdotal de mujeres y de personas casadas, establecer un
presidente en cada parroquia, y manifestar solidaridad con los sacerdotes
casados y los que viven con compañeras sentimentales estables.
En su homilía del Jueves Santo,
el Papa lamentó que “un grupo de sacerdotes ha publicado en un país europeo una
llamada a la desobediencia, aportando al mismo tiempo ejemplos concretos de
cómo se puede expresar esa desobediencia, que debería ignorar incluso
decisiones definitivas del Magisterio”. Entre ellas citó únicamente “la
ordenación de mujeres, sobre la que el beato Juan Pablo II ha declarado de
manera irrevocable que la Iglesia no ha recibido del Señor ninguna autoridad
para hacerlo”.
La desobediencia «no es el camino»
En lugar de responder punto por
punto, el Papa se limitó a preguntar: “Pero la desobediencia, ¿es un camino
para renovar la Iglesia? ¿O no es más bien sólo un afán desesperado de hacer
algo, de transformar la Iglesia según nuestros deseos y nuestras ideas?”.
Benedicto XVI trasladó los deseos
de reforma de la Iglesia al plano personal, afirmando que para los sacerdotes
“la configuración con Cristo es el presupuesto y la base de toda renovación”, y
recordando que “los santos nos indican cómo funciona la renovación y cómo
podemos ponernos a su servicio”.
La respuesta del Papa sigue a una
reunión de estudio, celebrada en el Vaticano el pasado 23 de enero, en la que
participaron cuatro prelados austríacos - el cardenal de Viena Christoph
Schoenborn, junto con los obispos de Salzburg, Graz y Sankt Poelten- así como
los cardenales responsables de la Doctrina de la Fe, William Levada; de los
Obispos, Marc Ouellet; y del Clero, Mauro Piacenza.
El problema había sido estudiado
ampliamente en los meses previos al viaje de Benedicto XVI a Alemania en septiembre
del 2011, ya que se trata de una actitud difundida en sectores del clero de
habla alemana. Dejando aparte los puntos doctrinales –que están fuera de
discusión –, por lo que se refiere a los prácticos, la postura del Vaticano
refleja una observación de los hechos: la Iglesia Luterana ha admitido todas
esas propuestas y, por desgracia, su situación ha empeorado respecto a la de la
Iglesia católica.
Autor: Juan Vicente Boo
Fuente: Abc, Madrid 5 de abril de
2012
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