Para Nuestro Señor los Sacerdotes son como la médula, la sustancia de Su Corazón, lo mas íntimo de Su Alma, los elementos exteriores con que cuenta para la gloria de Su Padre y el bien de las almas. Jesús nos dice: que un Sacerdote no se pertenece, es de Él, de María y de las almas.
¡Que después del de María, no habrá ni existe trono mas alto que el de un Sacerdote transformado en Él! Que hay que evangelizar el mundo sacerdotal primero y por las irradiaciones de su pureza, salvar las otras almas.
Al orar y cooperar en la salvación de un alma sacerdotal, estamos salvando nuestra propia alma y a la de muchísimas otras, porque el Sacerdote es centro de muchas almas.
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